Alexia Telese Morales/MEDIALAB
La cultura del vino en México se remonta a los tiempos
prehispánicos donde los indígenas utilizaban las vides para producir diferentes
bebidas a las que les agregaban frutas y miel.
Un vino con historia
Sin embargo, la elaboración del vino que conocemos
actualmente no comenzó hasta que llegaron los misioneros evangelizadores. En
cuanto llegaron, los misioneros comenzaron el cultivo y cosecha de la vid ya
que necesitan con urgencia vino para poder consagrarlo y realizar las
celebraciones religiosas.
El vino mexicano y su origen
Los viñedos de los españoles comenzaron a extenderse a ciudades
como: Querétaro Guanajuato, San Luís Potosí, Valle de Parras, Coahuila, Baja
California y Sonora.
Según Michele Telese, sommelier importador de vinos; las
zonas donde más se producen vinos son: Ensenada, Valle de Guadalupe, Baja
California, Coahuila, Querétaro, Zacatecas y Aguascalientes.
La popularidad en el consumo de vino en México inició
durante la época de la colonia. Esto se debió a que además de que los colonos
tenían una cultura relacionada con el consumo del vino; el gobierno daba incentivos
para la producción de vino. Hernán Cortés, incluso ordenó que cada colono tenía
que plantar mil pies de vid por cada cien indígenas que tuviera.
Es por esto, que México tiene una cultura vinicultura
ancestral y que sea precursor en toda América en la elaboración y producción
del vino. Sin embargo, a la industria vitivinícola no se le ha dado la
suficiente difusión e importancia a nivel mundial como a la industria del
tequila.
El vino mexicano en el mundo
Actualmente, la cultura vitivinícola está volviendo a tener
el auge que tenía antes. Esta industria, está intentando luchar contra la
globalización con la creación de nuevos vinos que luchan contra los mejores de
Australia, California, Sudamérica y Europa.
México tiene muy buenos vinos, pero hay muy poca superficie
de cultivo de la vid. Hay tan poco terreno, que con lo recolectado solo se
logra satisfacer el 30 por ciento de lo exigido por el mercado. Esto quiere
decir que la mayor parte de los vinos consumidos en México, son importaciones.
Buscando remedio a esto se están creando asociaciones de cultivadores para
sembrar más hectáreas para el cultivo de la vid.
Es por esto, que el vino mexicano se consume principalmente
en México; sin embargo, en Estados Unidos y algunos países de Europa se
comienza a consumir cada vez más. Sin embargo, no hay una buena relación
calidad-precio comparándolo con un vino europeo. Esto es porque como la
superficie destinada para el cultivo de la vid es tan pequeño el vino mexicano
se consume poco. Este factor ocasiona que los gastos de mantenimiento de los
cultivos de vides y la administración de las bodegas sean muy elevados y los
productores tienen que subir los costos de los vinos.
¿Algunas vez han probado un vino con un sabor capaz de
hacerlos sentir como si flotaran en el espacio? Pues esta botella de vino
seguramente sabe más o menos así, conoce más sobre la famosa botella, Petrus
2000.
Se va a subastar en Christie’s una botella de vino Burdeos
del año 2000. Lo que vuelve particular esta subasta es que el proceso de
añejamiento de este vino es el primero en realizarse en el espacio.
La botella completó su proceso de envejecimiento en la
Estación Espacial Internacional. De acuerdo a la propia casa de subastas, el
hecho de que este vino se haya añejado en el espacio exterior tendrá como
resultado que el sabor del mismo dé la impresión de sea más añejo de lo que
realmente es.
Un vino con historia
Imagínense, los orígenes de la botella ya la vuelven valiosa
en sí. Resulta que este vinito proviene de un lote de 12 botellas de merlot
Petrus 2000. Debido a ella, estas últimas cuentan con un valor de $6 000 US.
Si a esto le sumamos el especial proceso de añejamiento por
el cual esta botella pasó, mismo que consistió en 438 días en la Estación
Espacial, múltiples vueltas alrededor de nuestro planeta y exposición a los
efectos de la microgravedad y de la radiación cósmica, nos encontramos con la
receta perfecta para obtener un vino de otro planeta.
Según comentó Christie´s, fueron varios expertos los que
catalogaron este vino añejado como “excelente”. Por su parte, la casa de
subastas comentó que los panelistas describieron el sabor de esta bebida como
similar a “pétalos de rosa y que olía a cuero curado o una fogata, además de
que tenía un brillo naranja”. Qué poético suena, ¿no?
En fin, esta botella astronauta volvió a casa el pasado 14
de enero, Y de hecho su regreso no fue para nada modesto, pues fue transportada
en nada más ni nada menos que en una cápsula de Space X, cortesía de Elon Musk.