Río de Janeiro, Brasil(15 enero 2022).- En las últimas semanas del 2021, Chile y Honduras votaron decisivamente por presidentes de izquierda para reemplazar a los líderes de derecha, extendiendo un cambio significativo en toda América Latina.
Este año, los izquierdistas son los favoritos para ganar las elecciones en Colombia y Brasil, tomando la batuta de los gobernantes de derecha en funciones, lo que instalaría a la izquierda y a la centro-izquierda en el poder en las seis economías más grandes de la región.
El sufrimiento económico, la creciente desigualdad, un sentimiento ferviente contra los que están en el poder y el mal manejo de la pandemia del Covid-19 han inclinado la balanza lejos de los líderes de centroderecha y derecha que dominaban hace unos años. La izquierda ha prometido una distribución más equitativa de la riqueza, mejores servicios públicos y redes de seguridad social muy acrecentadas. Pero los nuevos líderes enfrentan serias limitaciones económicas y oposición legislativa.
Con una inflación en aumento y economías estancadas, les resultará difícil lograr un cambio real, dijo Pedro Mendes Loureiro, profesor de Estudios Latinoamericanos en la Universidad de Cambridge. Hasta cierto punto, dijo, los electores están "eligiendo a la izquierda simplemente porque es la Oposición en este momento".
Las ganancias de la izquierda podrían impulsar a China y socavar a Estados Unidos al tiempo que se disputan la influencia regional, dicen los analistas, con una nueva camada de líderes latinoamericanos que están desesperados por el desarrollo económico y más abiertos a la estrategia global de Beijing de ofrecer préstamos e inversión en infraestructura. El cambio también podría dificultar que EU continúe aislando a los regímenes autoritarios de izquierda en Venezuela, Nicaragua y Cuba.
Eric Hershberg, director del Centro de Estudios Latinoamericanos y Latinos en la Universidad Americana, en Washington, dijo que la racha ganadora de la izquierda nace de la indignación generalizada.
"Esto realmente se trata de sectores de la clase media baja y la clase trabajadora que dicen: 'Treinta años después de la democracia, y todavía tenemos que viajar dos horas en un autobús decrépito para llegar a una deficiente clínica de salud'", dijo Hershberg. Citó "una sensación generalizada de que las élites se han enriquecido, han sido corruptas y no han operado en el interés público".
El Covid ha arrasado a América Latina y devastado economías que ya eran precarias, pero la inclinación inició antes de la pandemia. Andrés Manuel López Obrador ganó la Presidencia de México en una victoria contundente en julio del 2018. En su discurso la noche de las elecciones, dijo: "El Estado dejará de ser un comité al servicio de una minoría y representará a todos los mexicanos, pobres y ricos".
Al año siguiente, los electores de Panamá eligieron un Gobierno de centro-izquierda y el movimiento peronista de Argentina tuvo un regreso impactante a pesar del legado de corrupción de sus líderes. El nuevo Presidente, Alberto Fernández, un profesor, celebró prometiendo "construir la Argentina que merecemos".
En el 2020, Luis Arce venció a los conservadores para convertirse en Presidente de Bolivia. Prometió construir sobre el legado de Evo Morales, un socialista cuya salida dejó a la nación brevemente en manos de un Presidente de derecha. En abril pasado, Pedro Castillo cimbró al mundo político de Perú al derrotar por estrecho margen a la candidata derechista Keiko Fujimori a la Presidencia. Castillo fustigó a las élites y presentó la historia de su vida -un educador que trabajaba en una escuela rural sin agua corriente- como una personificación de sus fallas. En Honduras, Xiomara Castro, socialista que propuso un sistema de ingreso básico universal para las familias pobres, venció a un rival conservador en noviembre para convertirse en Presidenta electa. Luego, el mes pasado en Chile, Gabriel Boric, de 35 años, un ex activista estudiantil, venció a un rival de extrema derecha al prometer aumentar los impuestos a los ricos para ampliar los servicios sociales.
La tendencia no ha sido universal. En los últimos tres años, electores en El Salvador, Uruguay y Ecuador han movido sus gobiernos hacia la derecha. Pero en general, dijo Evan Ellis, profesor de la Escuela de Guerra del Ejército de EU, nunca había habido una América Latina "tan dominada por una combinación de líderes izquierdistas y antiestadounidenses populistas".
Jennifer Pribble, profesora de ciencias políticas en la Universidad de Richmond, en Virginia, dijo que la brutal factura de la pandemia en la región volvieron a las iniciativas de izquierda, como transferencias de efectivo y atención médica universal, cada vez más populares. "Los electores latinoamericanos ahora tienen un sentido más agudo de lo que puede hacer el Estado y la importancia de su participación en un esfuerzo redistributivo y en la prestación de servicios públicos", dijo. "Eso da forma a estas elecciones".
En Colombia, donde hay elecciones presidenciales programadas para mayo, Gustavo Petro, un ex Alcalde de izquierda de Bogotá que alguna vez perteneció a un grupo guerrillero urbano, lleva la delantera en las encuestas.
En el vecino Brasil, el aumento en la pobreza, la inflación y una torpe respuesta a la pandemia han convertido al Presidente Jair Bolsonaro, el Presidente de extrema derecha, en el que las lleva de perder en la elección fijada para octubre. El ex Presidente Luiz Inácio Lula da Silva, un izquierdista, ha construido una ventaja de 30 puntos porcentuales sobre Bolsonaro, arrojó una encuesta reciente.
Con los electores enfrentando tanta zozobra, los candidatos moderados están ganando poca fuerza, lamentó Simone Tebet, Senadora brasileña de centroderecha que planea postularse para Presidente.
"Si miras a Brasil y América Latina, estamos viviendo en un ciclo de extremos relativamente aterrador", dijo. "El radicalismo y el populismo imperan".
Con información de The New York Times