Beatriz Pagés/Siempre
El legislador, aunque ya retiró la iniciativa, sin decirlo
evocó la palabra maldita.
El senador del grupo parlamentario de Morena Salomón Jara
dijo que propondría reformar el artículo 340 de la Ley del Mercado de Valores,
con el fin de revocar el permiso de operación a las calificadoras que atenten
deliberadamente contra la estabilidad financiera, presionen o chantajeen al
gobierno de la 4T con calificaciones negativas.
Jara recordó así la figura predilecta de los gobiernos
totalitarios: la expropiación.
Evidentemente, el senador no hizo más que poner en papel lo
que Andrés Manuel López Obrador tiene pensado hacer con todas aquellas
empresas, bancos u organismos financieros que desacrediten las medidas
adoptadas por su gobierno.
Así como hoy está en la mira Standard & Poor´s por haber
bajado la calificación de estable a negativa a Pemex, mañana los enemigos a
vencer pueden ser los bancos por no acatar la reforma al sistema financiero
que, por cierto, ya está en puerta, o las constructoras y cementeras al ser
acusadas de especular con la vivienda social.
La iniciativa del senador Jara, independientemente de que su
grupo la haya echado para atrás, es un adelanto, un anuncio de lo que puede
llegar a hacer el gobierno lopezobradorista en caso de que las finanzas
públicas sigan deteriorándose.
Cuando la economía no crezca al 4 por ciento como lo ha
ofrecido —y en lo que ha comprometido públicamente al sector empresarial—,
culpará, como ya es su costumbre, a otros.
Así como Hugo Chávez acusó al sector productivo de Venezuela
de ser un obstáculo para su proyecto socialista, López Obrador va a responsabilizar
de la crisis a la iniciativa privada, a esa “minoría rapaz”, de impedir la
cuarta transformación.
¿Qué hizo Chávez? En diez años expropió mil 200 empresas.
Intervino lo mismo el sector de la construcción que el agroindustrial,
petrolero, eléctrico; firmas relacionadas con telecomunicaciones,
supermercados, textileras, laboratorios farmacéuticos, etcétera.
Los argumentos que utilizó Chávez para castigar las empresas
son similares a los que se escuchan en “las mañaneras” y en los eventos donde
abuchean a los gobernadores: se trata de “acabar con la corrupción, el abuso y
la explotación”, “de garantizar la soberanía y seguridad del país”, argumentos
similares con los que se justificó en México el cierre de ductos.
Palabras a las que recurrió también el líder de la llamada
Revolución Bolivariana cuando expropió una importante empresa de lácteos
llamada Los Andes en 2008 y anunció la nacionalización de la industria
cementera, la que incluyó, por cierto, la expropiación de Cemex. “Se trata
—dijo Chávez— de garantizar la industria alimentaria y la construcción social
en el país”.
Cabe destacar que el gobierno socialista de Venezuela
comenzó al igual que el gobierno de López Obrador con problemas para
administrar la economía. “Chávez cerró su primer año de gobierno en 1999 con
una caída de 6 por ciento en el PIB”.
De igual forma, diferentes indicadores prevén que ciertas
decisiones tomadas por la 4T, como la cancelación del aeropuerto de Texcoco, el
desabasto de gasolina y el plan fallido para rescatar Pemex —como lo hicieron
ver Fitch, JP Morgan, Citi y BBVA—, sumadas a la incertidumbre mundial,
reducirá los pronósticos de crecimiento.
El único que se ha atrevido a pronunciar con todas sus
letras la palabra “expropiación” es el escritor Paco Ignacio Taibo II . Lo hizo
en aquella conferencia celebrada en abril de 2018, donde le pide al entonces
candidato a la presidencia López Obrador “expropiar aquellas empresas que lo
quieran chantajear”.
En esa ocasión regañaron a Taibo. Se ausentó de las pantallas
y los micrófonos durante el resto de la campaña para no dar entrevistas. El
pecado del hoy director del Fondo de Cultura no radicó en haber dicho una
mentira, sino en salir políticamente a destiempo.
Sus dichos pudieron haber tirado las máscaras a un proyecto
claramente autoritario y espantado a los electores.
Sin embargo, tal parece que al senador Jara ya le habían
dado la orden de ventilar ciertas medidas para comenzar a tener el control
absoluto de la economía y de los empresarios. Ya se arrepintieron, pero en
cualquier momento pueden volver a intentarlo.
En la exposición de motivos para reformar el Artículo 340 de
la Ley de Mercado de Valores y regular a calificadoras tipo Standard &
Poor´s, ya aparece la palabra “chantaje” como una de las razones suficientes
para echarlas del país e impedir que vengan a desestabilizar con argumentos y
sugerencias mal vistas por el gobierno.
¿Quiénes son esos otros que van a comenzar a ser señalados
como enemigos del régimen? ¿Los bancos, para que dejen de especular?; ¿los
medios de comunicación, para que dejen de mentir?; ¿se impondrá un control de
cambios para impedir la fuga de divisas?; ¿se decidirá caprichosamente la
emisión de moneda para financiar, a falta de recursos, el gasto público?
Cada día —y ya van cien— se ven con más claridad las fauces
de un régimen totalitario.