Rubén Aguilar/ El Economista|
Las relaciones entre el presidente López Obrador y el
Ejército Zapatista de Liberación Nacional (EZLN) no son buenas. No lo han sido
desde hace años. El pasado 11 de febrero, el EZLN dio a conocer la “Carta de
las mujeres zapatistas a las mujeres que luchan en todo el mundo”.
En ella anuncian que no se va a poder celebrar el II
Encuentro Internacional de Mujeres que Luchan, que estaba programado para marzo
del 2019. Y después de eso la carta hace una crítica muy fuerte a algunos de
los proyectos “estrella” del actual gobierno.
De López Obrador dicen que “resulta que los nuevos malos
gobiernos ya lo dijeron claro que van a hacer sus megaproyectos de los grandes
capitalistas”. Y enumeran el Tren Maya, el proyecto para el Istmo de
Tehuantepec, la siembra de árboles para mercancía de maderas y frutas y su plan
agrario.
En versión del EZLN, “esos proyectos pues son de
destrucción. No importa cuánto lo quieran tapar con sus mentiras (...) La
verdad es que van por todo en contra de los pueblos originarios, de sus
comunidades, de sus tierras, de sus montañas, de sus ríos, de sus animales, de
sus plantas y hasta de sus piedras”.
Esos proyectos conllevan la “idea de destruirnos como
pueblos originarios, de la manera de convertir nuestras tierras en mercancías,
que así quieren completar lo que dejó pendiente Carlos Salinas de Gortari, que
no pudo porque lo paramos con nuestro alzamiento”.
De acuerdo con el EZLN, los proyectos que impulsa el
presidente “quieren que nuestras tierras ya no sean para nosotras, nosotros,
sino que para que los turistas se vengan a pasear (...) Quieren que nuestras
tierras se conviertan en fincas productoras de maderas preciosas, de frutas y
de agua (...) Quieren que nos convirtamos en sus peonas, en sus sirvientas, que
vendamos nuestra dignidad por unas monedas al mes”.
El EZLN dice que el actual gobierno y sus socios
capitalistas “no pueden entender que nosotras queremos la libertad, no
entienden que lo poco que hemos logrado es luchando sin que nadie nos lleve la
cuenta, sin fotos, sin entrevistas, sin libros, sin consultas, sin encuestas,
sin votaciones, sin museos y sin mentiras”.
Y añaden: “No entienden que lo que ellos llaman ‘progreso’
es una mentira, que ni siquiera pueden cuidar la seguridad de las mujeres, que
siguen siendo golpeadas, violadas y asesinadas en sus mundos progresistas o
reaccionarios”.
El EZLN, a través de sus mujeres, advierte que “nosotras
vamos a luchar con todo y con todas nuestras fuerzas en contra de esos megaproyectos.
Si conquistan estas tierras, será sobre la sangre de nosotras las zapatistas.
Así lo hemos pensado y así lo vamos a hacer”.
Agregan que “lo que nosotras queremos es la libertad que
nadie nos regaló, sino que la conquistamos luchando incluso con nuestra sangre.
¿Tú lo crees que cuando vengan las fuerzas de los nuevos malos gobiernos, sus
paramilitares, sus guardias nacionales, los vamos a recibir con honores, con
agradecimiento, con alegría? (...) Les vamos a recibir luchando y a ver si así
aprenden lo que son las mujeres zapatistas, que no se venden, no se rinden y no
claudican”.
Los zapatistas consideran al presidente como un político más
del sistema y lo ven como un aliado de los capitalistas y las transnacionales.
Ya lo califican como un mal gobierno. Lo ven como un destructor de la
naturaleza y como alguien que quiere destruir los pueblos originarios. Desde
esa visión los zapatistas van a hacer su lucha contra el actual gobierno.