Rubén Cortés/ Canela Fina
Con Liébano Sáenz, el cartero siempre llama dos veces: es de
las pocas personas que todavía se comunican con sus amigos por correo postal:
su más reciente envío es “Cómo mueren las democracias”, un libro de la
editorial Ariel, 2018, que anuncia en su cuarta de forros:
Muestra cómo las democracias se han derrumbado
mayoritariamente no con golpes violentos, sino a través de un deslizamiento
gradual hacia el autoritarismo. Revela la fragilidad incluso de las mejores
democracias y advierte a los políticos que creen que pueden cooperar con los
autócratas sin quemarse.
“Cómo mueren las democracias” no trata sobre la realidad
política del México actual, aunque lo parezca por las reseñas de su
contraportada. Sus autores, Steven Levitsky y Daniel Ziblatt, lo escribieron
para analizar si la democracia de Estados Unidos está en peligro después del
triunfo de Trump.
Una de sus tesis señala que, a diferencia de las caídas
democráticas mediante la coacción y el poder militar, ahora existen otras
maneras de hacer quebrar una democracia: de un modo menos dramático, pero igual
de destructivo.
Y es a manos de presidentes electos que subvierten el
proceso democrático mismo que los condujo al poder. “Algunos de esos dirigentes
desmantelan la democracia a toda prisa”, escriben, sin poder sustraerse a
mencionar la manera en la que Hugo Chávez implantó una dictadura en Venezuela:
Chávez clamó contra lo que describía como una élite
gobernante corrupta y prometió construir una democracia más ‘auténtica’ que
aprovechara la inmensa riqueza petrolera del país para mejorar la vida de los
pobres, empatizando hábilmente con la ira de los venezolanos de a pie, muchos
de los cuales se sentían ignorados o maltratados por los partidos políticos
establecidos.
La conversión de Venezuela en una dictadura a partir de un
triunfo en elecciones libres y limpias en 1998, ocupa bastante a Levitsky y
Ziblatt para versar su libro acerca de si la democracia estadounidense peligra
con Trump. Porque su explicación sobre el caso venezolano es exhaustiva.
Recuerdan cómo Chávez ocupó el Tribunal Supremo con letrados
afines y clausuró el canal de TV más importante del país, arrestó o exilió a
políticos de la oposición, a jueces y a figuras mediáticas bajo cargos dudosos
y eliminó los términos del mandato presidencial para poder reelegirse de por
vida:
Hubo que esperar casi dos décadas después de que Chávez
ascendiera por primera vez a la presidencia, para que Venezuela pasara a
reconocerse ampliamente como una autocracia. Así es como mueren las democracias
hoy en día. Las dictaduras flagrantes, en forma de fascismo, comunismo y
gobierno militar, prácticamente han desaparecido del panorama.
Su gran enseñanza es que, hoy, los derrumbes de la
democracia no los provocan generales y soldados con sus tanques…
Sino los propios gobiernos electos.